La custodia compartida se ha convertido en una opción cada vez más popular para las parejas que deciden separarse y se está imponiendo como régimen más extendido en la práctica judicial. Este modelo busca que ambos progenitores participen activamente en la vida de sus hijos, lo cual es beneficioso para todas las partes y puede traer consigo una serie de beneficios:
- Relación equilibrada: Los menores pueden mantener una relación cercana y significativa con ambos progenitores, lo que les ayuda a sentirse amados y apoyados.
- Desarrollo emocional: La custodia compartida puede contribuir al desarrollo emocional saludable de los niños, ya que tienen la oportunidad de ver diferentes perspectivas y estilos de crianza.
- Responsabilidad compartida: Ambos padres comparten la responsabilidad de la crianza, lo que puede aliviar la carga emocional y física de uno solo. De hecho, es habitual que ambos valoren el hecho de pasar más tiempo de calidad con sus hijos, al mismo tiempo que disfrutan de los períodos en los que estos están con el otro progenitor pero sabiendo que en pocos días volverán a disfrutar de su compañía.
- Mejor adaptación: Los niños suelen adaptarse mejor a la separación de sus padres cuando sienten que ambos están involucrados en su vida.
- Fomento de la comunicación: La custodia compartida puede fomentar una mejor comunicación entre los padres, lo que es beneficioso no solo para ellos, sino también para el bienestar de los niños.
Sin embargo, a pesar de los claros beneficios, la custodia compartida también puede presentar desafíos, especialmente en el ejercicio de la patria potestad:
- Desacuerdos en la crianza: Los padres pueden tener diferentes enfoques sobre la crianza, lo que puede llevar a conflictos y tensiones.
- Falta de comunicación: Si la comunicación entre los padres no es efectiva, puede haber malentendidos que afecten la toma de decisiones sobre el bienestar del niño. Por ello, es muy importante establecer un sistema de comunicaciones práctico y preferiblemente por escrito, evitando reproches innecesarios que, como bien sabemos, se pueden malinterpretar si se contesta sin meditar la respuesta.
- Cambios en la situación personal: Cambios en la vida de uno de los padres, como un nuevo trabajo o una nueva pareja, pueden complicar la dinámica de la custodia compartida.
- Impacto emocional en los menores: Si los padres no manejan bien sus diferencias, los niños pueden sentirse atrapados en medio de conflictos, lo que puede afectar su bienestar emocional.
- Logística y organización: La coordinación de horarios, actividades y responsabilidades puede ser un desafío, especialmente si los padres viven en diferentes lugares. De ahí que a veces se pueda establecer un período de adaptación.
Para afrontar los posibles desafíos o problemas que pueden surgir en la práctica de la custodia compartida, resulta imprescindible el establecimiento en el convenio regulador de unas pautas, lo más completas posibles, que funcionen como plan de coparentalidad. Así, en caso de desacuerdo, no habrá necesidad de acudir a los tribunales para que decidan por ellos, salvo en casos en que irremediablemente no sea posible el consenso o surjan cuestiones que no hayan sido posible prever en el momento de firma del convenio.
En caso de que no se haya llegado a un acuerdo y no exista convenio regulador, sino que la custodia compartida se haya acordado por un juez, la sentencia no siempre va a establecer un régimen tan detallado para el ejercicio de la misma y ello puede dar lugar a ulteriores intervenciones judiciales, tales como expedientes de jurisdicción voluntaria por el desacuerdo en el ejercicio de la patria potestad (vacunas, cambios de colegio, sacramentos religioso, etc.), modificaciones de medidas o ejecuciones forzosas.
Los expertos en derecho de familia podemos ayudaros a la hora de fijar las bases del convenio y de darle forma a todas las cuestiones que queráis incluir en el meritado convenio, por muy insignificantes que os parezcan; pero en ningún caso podremos evitar que surjan problemas si vosotros, que sois quienes lo vais a llevar a cabo en el día a día, no intentáis dejar al margen vuestras diferencias y no dejáis a un lado el orgullo. Y, seamos sinceros, ceder hay que ceder siempre, pero no ante el otro progenitor, que es lo que más os fastidia, sino ante los intereses y necesidades de vuestro hijo.
Como conclusión, podemos afirmar sin ningún género de dudas que la custodia compartida puede ser una excelente opción para muchas familias, pero es fundamental que ambos progenitores trabajen juntos y mantengan una comunicación abierta para superar los desafíos que puedan surgir. Al final del día, el bienestar de los hijos debe ser la prioridad principal, tal y como reiteradamente nos recuerdan los tribunales en todas las sentencias dictadas en procesos de familia, en las que invocan al supremo interés del menor, el cual deberá prevalecer siempre por encima de las diferencias de los adultos para garantizar su crecimiento y el libre desarrollo de su personalidad.
Es una carrera de fondo, pero entrenando con perseverancia y paciencia, mucha paciencia, y respeto, ante todo, se llega.